Mi historia podría haber sido la tuya… hasta que dije “basta”, convertí mi dolor en fortaleza y hoy uso esa fortaleza para ayudar a mujeres como tú a liberarse de las relaciones narcisistas.
Sabes… no estoy hablando de algo que leí en un libro u oí decir a alguien. Lo que estoy a punto de contarte viene de mi propia vida… de mi propio dolor.
Durante 12 largos años, viví en una relación con un narcisista. Y, como casi todas las historias como esta comienzan, al principio parecía un sueño. Era cariñoso, atento, decía exactamente todo lo que yo quería oír. Me hizo creer que era la mujer más increíble del mundo… y, sinceramente, así era.
Durante los primeros meses, todo parecía perfecto. Pero… después de casarnos… todo cambió. Y cambió muy rápido.
Empezó a criticarme por pequeñas cosas… mi tono de voz, la ropa que llevaba, la forma en que ordenaba la casa o cuidaba de nuestros hijos. Pequeñas críticas que, con el tiempo, se convirtieron en humillación, frialdad e indiferencia.
Me aisló de mis amigos y de mi familia. Siempre había una excusa: “no te hacen ningún bien”, “te tienen envidia”, “no les caigo bien, así que tú tampoco”. Poco a poco… me encontré completamente solo.
En el trabajo… empecé a sentirme insegura. Él se empeñaba en decirme que yo no valía, que sólo tenía ese trabajo porque tenía suerte… o peor… que nadie me valoraba. Y yo le creía. Mi autoestima había desaparecido.

Y nuestros hijos… también sufrieron. Incluso a una edad tan temprana, sintieron la pesada atmósfera de la casa, el miedo constante, el silencio a gritos. Y a menudo presenciaron escenas que yo habría dado cualquier cosa por que nunca hubieran visto.

Llegué a un punto en que ya no me reconocía. Me miraba en el espejo y ya no veía a aquella mujer fuerte, alegre, llena de vida… Sólo veía a alguien rota, perdida, sin fuerzas.

Pero un día… me di cuenta de que si no hacía algo… iba a pasar el resto de mi vida así. Y lo que es peor… iba a enseñar a mis hijos, sin saberlo, que eso es el amor. Que el amor es dolor. Que el amor es control.

Fue entonces cuando decidí… que necesitaba salir de este ciclo. Necesitaba liberarme.

Ya estaba cansada y lo había intentado todo …. psicólogos, psicoanalistas, terapeutas, ¡todo! ¡Todo fue en vano y lo único que conseguí fue tirar mi tiempo y mi dinero a la basura!

No soportaba saltar de consultorio en consultorio sin encontrar una solución a mi problema.

Fueron años y años de sufrimiento, dolor y pérdida.

Y así nació el Método del Espejo Real.

Un método que yo misma creé, primero, para salvarme. Para rescatarme a mí misma.Entender quién era, recuperar mi autoestima, aprender a protegerme emocionalmente y, sobre todo, retomar el control de mi vida.

Este método se construyó en la práctica, en medio del dolor, las lágrimas, los miedos y los desafíos diarios. No surgió de teorías… surgió de la vida real. De una mujer que experimentó exactamente lo que tú puedes estar experimentando ahora mismo.

Y hoy… después de mucha lucha, puedo decirte con seguridad: sí, hay una salida. Hay una vida libre, ligera y pacífica esperándote.

Pero hay una cosa que he aprendido y tengo que decírtelo con toda sinceridad: cuanto más tardas en actuar, más difícil se hace. El narcisista se apodera de tu mente, de tus fuerzas, de tu vida… hasta que crees que no hay salida.

Así que si puedo darte un consejo, es éste: no esperes más. No dejes para mañana lo que hoy podría ser el principio de tu liberación.

Yo lo hice… y tú también puedes. Y te voy a enseñar cómo.